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Allie, 38 años

Me casé con mi novio de la escuela secundaria. Ambas de nuestras familias eran miembros prominentes de la comunidad. Se suponía que era un cuento de hadas.

El abuso no empezó inmediatamente, pero poco a poco empeoró con el tiempo. Como madre y ama de casa por 10 años, yo no veía ningún escape.

Durante la pandemia, la vida se empeoró mucho, pero a la última instancia se mejoró. Empecé a trabajar, y estaba en la oficina de tiempo completo mientras mi abusador trabajaba de forma remota, en casa, con los cuatro hijos nuestros asistiendo la escuela desde la casa virtualmente.

Alguien que caminaba en mis zapatos habría sentido vergüenza, desamparo, agotamiento y como si nadie la entendiera. La gente sabía lo que me estaba pasando – podía sentirlo. Pero no se decía ni se preguntaba nada al respecto.

El esposo de un compañero del trabajo es un detective del Condado de Montgomery. Él sabía que recientemente me había retirado a mí y a mis hijos de la situación abusiva. Me sugirió que solicitara una orden de protección, y me presentó al Centro de Justicia Familiar.

Si una víctima se te revela – créela sin cuestionarla. Lo logré a través de la parte más horrificante de mi vida, y todavía estoy aquí, y mis hijos todavía están aquí. Descubrí una determinación feroz que no sabía que poseía. Y estoy orgulloso de mí misma.

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